En los últimos años se ha desatado una tendencia que está arropando al mundo, se trate de la neurociencia. Esta cara de la ciencia se ha estado haciendo sentir en casi todas las aéreas del mundo profesional y las ciencias sociales, especialmente en aquellas profesiones donde sus resultados dependen de las actitudes y decisiones tomadas por terceros, como es el caso del Marketing y la Administración.
A raíz del conocimiento que nos ha brindado la neurociencia y al interés que sostienen los administradores por obtener mayores resultados de sus grupos de trabajo y empleados, surge la necesidad de adaptar tales conocimientos al liderazgo. Todo esto, con el fin de optimizar los resultados y realizar una administración eficiente. Esta evolución del liderazgo se le conoce como Neuroliderazgo.
En base a estudios realizados, el Neuroliderazgo se enfoca en comprender la forma en cómo los empleados son motivados y que factores lo provocan. A partir de esto, Lieberman y Eisenberg, de la Universidad de California, llegan a la conclusión de que los “individuos reaccionan de igual forma cuando obtienen un reconocimiento social que cuando alcanzan un aumento salarial”. Este planteamiento indica que el cerebro se comporta en base a dos patrones: Maximizar lo que nos hace sentir bien y Minimizar o evitar lo que nos amenaza.
Lo que más llama mi atención de este descubrimiento, es el hecho de que, por lo que se ha podido captar, “los circuitos cerebrales que utilizamos en la experiencia social son prácticamente los mismos que los que utilizamos para nuestra sobrevivencia”. Este punto quiere decir que los seres humanos reaccionan dentro de un entorno social con gestos y actitudes similares a las que podría emplear frente un escenario de vida o muerte.
A partir de aquí, no resulta difícil discernir la importancia que tiene la motivación para el sano desarrollo y desempeño de las actividades cotidianas de una empresa u organización. El simple hecho de conocer este factor nos permite diseñar con mayor facilidad las tácticas adecuadas a tomar para mejorar el desempeño de nuestros empleados. Pero, en honor a la verdad, tristemente, esta es una realidad que muchos empresarios desconocen.
Cuando aprendemos a hacer sentir bien a nuestros empleados y nos dedicamos a saber lo que nuestros empleados quieren y que les motiva, tendremos un liderazgo más efectivo y, además, la garantía de que contamos con empleados comprometidos con la empresa y sus metas. Y para nadie es un secreto que, un empleado comprometido no tiene límites de tiempo y disposición para el desarrollo de las actividades de la institución.
Resulta interesante tomar en cuenta los 5 factores que nos permiten reforzar la motivación de los individuos en base a su autorrealización mencionados por el consultor australiano David Rock:
- Estatus: posición social que una persona ocupa –o piensa que ocupa- dentro de un grupo.
- Sentido de autonomía: se refiere a la percepción que tenemos de poder ejecutar cierto control sobre el ambiente en que nos movemos.
- Crear certeza: satisface nuestro circuito de recompensa (también llamado circuito de placer) y busca eliminar incertidumbres.
- Sentido de justicia: búsqueda de ser tratados con equidad frente a los demás y a nuestro entorno.
- Pertenencia: sentido de formar parte o ser incluidos en un determinado grupo social.
En conclusión, de esto se trata la neurociencia aplicada al liderazgo. Lo que se busca es conocer y, si es posible, anticipar actitudes de empleados o grupos de trabajo para la optimización, resolución y el correcto manejo de las mismas.